
Lograr inmunidad de rebaño ¿Es oportuno abrir las escuelas públicas?
En Colombia, recientemente el gobierno nacional expidió la Resolución 777 de 2021 y en marzo del mismo año la Directiva 05 emitida por el Ministerio de Educación Nacional (MEN), a través de estas se exige a los maestros del sector educativo y padres de familia, mediante imposiciones, volver a la presencialidad sin haber adecuado de manera óptima las instituciones con infraestructura de bioseguridad, faltando implementar las mínimas normas de bioseguridad expedidas por la OMS y por los entes gubernamentales para enfrentar el riesgo de la pandemia, toda vez que, luego de 15 meses que llevamos de pandemia en el país, la situación de contagio a hoy es peor y con mayor proporcionalidad de impacto. Sin duda, el país enfrenta el pico más alto de la pandemia, el número de muertes a la fecha superan 670 fallecimientos diarios, en el caso de los contagios están incontrolables, además de las inconsistencias logísticas que se vienen presentando y acentuando con la vacunación de la población.
Al revisar las cifras de muertes diarias y compararlas con lo sucedido en el periodo inicial de confinamiento (marzo a junio de 2020), encontramos que en ese periodo hubo un promedio de 576 muertes. A hoy ese promedio es superado por las muertes diarias, ya que al 25 de junio de 2021 se produjeron 685 muertes, por lo cual no se entiende por qué en marzo de 2020 cuando se produjo 29 fallecimientos promedio diario se nos confinó, sin embargo, hoy con más de 670 muertos diarios, se pretende que volvamos a la presencialidad en el sector educativo. Tal aspecto es contradictorio cuando se dice que el país se encuentra en su cuarto pico, con una nueva cepa e indicadores bastante altos, obvios y complejos que están provocando una alerta roja en todo el territorio nacional.
Según informes del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) sobre muertes por COVID-19, al 11 de abril del presente año, la mayoría de las muertes ocurrieron en los estratos 1, 2 y 3 representando un (87%). Al respecto, los estratos más afectados con un (62%) fueron 1 y 2; de hecho, esta población socioeconómica representa la de mayor porcentaje de ocupación en las Unidades de Cuidado Intensivo (UCI). Tal aspecto es lógico, pues es la población más vulnerable e impactada por el desempleo y la baja disponibilidad de calidad alimenticia, es decir, una población que sufre hambre; no obstante, así tenga empleo, deben asistir a sus labores, tenga o no algún síntoma de dicha enfermedad, pues de lo contrario su subsistencia queda en riesgo. Cabe recordar que en la mayoría de casos, estas personas para desplazarse a sus trabajos deben tomar dos o tres transportes en los que no hay distanciamiento físico posible, muchos trabajan en la informalidad y otros deben enfrentar trabajos arduos, en donde es difícil cumplir con normas de bioseguridad caso por ejemplo de (recicladores, vendedores ambulantes y de plazas de mercado, trabajadores de la construcción, ayudantes de buses, etc.).
En cuanto a la vivienda, no se puede desconocer, que muchas familias habitan en inquilinatos, algunos en hacinamiento, en donde las normas de bioseguridad también son difíciles de cumplir. Esta es la población que más ha sufrido los contagios y las muertes en los 15 meses que llevamos encerrados, para completar, su estado emocional afectado por la situación socioeconómica, desde mi punto de vista, baja las defensas en ellos y los hace más vulnerables al contagio. Ante esta realidad, nuestros niños, además de los riesgos de contagio en las familias, ahora deberán enfrentar los contagios desde las escuelas, pues para nadie es un secreto que las instituciones educativas pueden convertirse en reservorios de esta amenaza viral.
De otra parte, nuestros gobernantes dicen estar muy preocupados por la educación y que por eso debemos volver a la presencialidad, esto es risible, pues las escuelas y los niños han estado abandonados por los diferentes gobiernos de turno. Es una incoherencia de bioseguridad, por ejemplo, que ni siquiera se pueda cumplir con una ventilación cruzada en las aulas de clase, porque los recursos que se giraron, a duras penas han alcanzado para comprar los mínimos implementos para bioseguridad. Es una vergüenza que, con tanto alboroto y fomento por los últimos gobiernos hacia una transformación digital para el país, aún existan varios planteles educativos en el país que no cuenten con una interconectividad eléctrica y de Internet para que los profesores puedan atender necesidades desde la presencialidad, así como para mantener continuidad con los que no quieran aún arriesgarse al contagio.
Es inconcebible que los niños y niñas tengan que llegar a una presencialidad sin encontrar nada nuevo en su colegio, fuera de los tapetes “bioseguros”, los “termómetros” y uno que otro lavamanos con pedal, conectado artesanalmente, por supuesto que me refiero a los colegios públicos, pues los privados que denominan “de calidad” ya contaban por lo menos con baños, agua y jabón en condiciones aceptables. Es una vergüenza que, ante las nuevas tecnologías que hemos venido utilizando en la enseñanza remota durante el último año, no se puedan seguir utilizando estas cuando lleguemos a la presencialidad, simplemente, porque no se han invertido recursos para ello. Nuestros niños en la escuela pública, tendrán que volver a la escuela del siglo antepasado, en un ambiente precario, arcaico, con desigualdad en cuanto a recursos tecnológicos y pedagógicos se refiere.
En síntesis, debo manifestar que causa mucha cólera que algunos politiqueros y miembros del gobierno se refieran a los maestros de manera despectiva, olvidándose que si no hubiéramos asumido la responsabilidad con la educación remota, capacitándonos y utilizando nuestros propios recursos (computadores, celulares, internet, etc), los niños no habrían tenido la posibilidad de disfrutar de una enseñanza centrada en recursos pedagógicos y contenidos curriculares adaptados a las nuevas tecnologías y a los ambientes virtuales. El gobierno nacional, no ha puesto un peso, ni reconocido un centavo, a todos los héroes de la pedagogía que no ahorramos esfuerzos para mantener conectados a niños, niñas, adolescentes y padres de familia durante el confinamiento.
Finalmente, la comunidad educativa, en estos momentos de tanta muerte y alto contagio, no debe permitir que se busque la inmunidad de rebaño arriesgando la vida de las clases menos favorecidas. Nuestros niños deben tener las garantías y las condiciones que permitan una educación de calidad. La inmunidad de rebaño se logra con vacunas y con garantías de bioseguridad, no con amenazas y chantajes de burócratas que desconocen las condiciones reales de la escuela y a los que poco les interesa la suerte de las clases menos favorecidas. Para el regreso a las clases presenciales, no podemos aceptar la misma improvisación que se dio para declararnos en cuarentena. Padres de familia y estudiantes deben ser conscientes que la escuela desde lo estructural y logístico aún no está preparada, por cuanto no se cumple con los requerimientos mínimos para garantizar la salud y la vida en un momento de tanta dificultad e incertidumbre viral global.
Junio de 2021